Analiza tus textos

Bienvenido.

Una de los recursos que emplean los escritores es la crítica de otros hacia su obra.
Es muy común entender nuestros escritos, pero no sabemos si para los demás es clara la trama del cuento o novela que desarrollamos.
La experiencia nos dice que cuando presentamos un trabajo a algún conocido, éste nos halaga aunque no entienda la secuencia de capítulos o el lenguaje empleado. Así pues, vamos por la vida creyendo que escribimos de forma clara y siempre recibimos negativas de las editoriales o nulos resultados en concursos literarios.
Este espacio es para recibir opiniones de diversas personas vinculadas con la literatura. Tu texto será publicado esperando también que otros usuarios expresen su opinión. Te pedimos que participes de manera respetuosa y constructiva. Analizar un texto es también otra forma de aprender a escribir. Los trabajos son recibidos en la dirección de correo electrónico marenproa@gmail.com



lunes, 3 de noviembre de 2014

"Calla" de Gonzalo Salesky

Calla cuando llora, cuando escribe, cuando se derrama o se vende la poesía. Calla porque el vértigo es inútil y las palabras sobran. Porque su vida, sin callar, casi no es vida. Porque el látigo del alba lo desvela. Calla cuando otros cantan, cuando gritan, cuando dan rienda suelta a la pasión. Porque el dolor aún no termina, se mantiene delante de sus párpados. Se calla aunque no sangre porque las heridas más profundas maduran en silencio. Calla cuando escapa, cuando pierde, cuando quiere querer, cuando enamora. Cuando lo olvidan como a un ave de paso, cuando imagina lo feliz que pudo ser. Cuando la brisa amontona los recuerdos, se encuentra con sus miedos y el silencio lo envuelve cada noche. Calla porque el mundo ha sido así y lo será siempre, porque las náuseas lo mantienen despierto, porque es mejor callar que estar dormido. Es mejor imaginar la primavera, palpar las huellas que deja la nostalgia, oír al cielo y sus plegarias por la lluvia. Calla porque es inútil vivir, seguir viviendo o soñar que sirven de algo las palabras. Calla porque el dolor es sabio, el llanto y el sudor van de la mano, la memoria ha sido buena compañía. Calla cuando delira, cuando implora, cuando anhela dejar de ser silencio. Porque el reloj y el almanaque son tiranos, porque la luna también calla como él y las estrellas son tantas y tan pocas… porque el sol ya se ha olvidado del otoño. Porque la verdad no es una sola, porque en la tinta, tan llena de mentiras, los profetas del odio se consumen. Porque el amor es excusa y el fuego y la pasión siempre se apagan. Porque la pena es alimento del espíritu, la sangre tira, no olvida y se subleva, el destino se hace cómplice del viento, la soledad va estrechando los caminos. Calla al recordar otras vidas, al contemplar las huellas que se alejan cuando galopa en su pecho el arco iris blanco y negro del olvido. Calla cuando lo obligan a ser y cuando todo lo que existe alrededor se desvanece, fugaz, se hace invisible. Porque la historia está llena de secretos, de dioses y de hombres que han callado, que han visto más allá de las tormentas. Que han probado alguna vez la libertad, que tienen poco y nada pero sueñan, que arrojan piedras a un estanque vacío. Que enfrentan al futuro aunque jamás lo entiendan, saben que el tiempo es mucho más que la nostalgia, que el alma sólo existe si se entrega. Calla por tantos que se han ido, que ahora son polvo y huesos o agonía. Porque el momento de esperar ya ha terminado, porque comprende que pronto ha de partir callado como el viento, acariciando el mar, cumpliendo las promesas del pasado.

domingo, 13 de marzo de 2011

Sin salida. A.J. Megoz

SIN SALIDA

Cuando Arturo partió a la guerra le prometió a Gloria que volvería y en el brillo de sus ojos ella vio que hablaba con la verdad. Con su rostro bañado en lágrimas le despidió en el enorme portón del batallón, y los más de diez minutos de besos y sollozos parecían no bastar para llenar de valor a sus dos corazones desorientados.
– El tiempo – dijo él – es el único que nos separa. La distancia, por el contrario, carece de importancia para nosotros.
Entonces tomó su maleta, en la que había empacado lo poco que servía para una guerra ajena en un país desconocido. Gloria no olvidaría jamás la promesa de esperarlo hasta la muerte y de encerrarse en sí misma para conservar la esencia con la que él la había conocido.
La guerra vino y de la misma manera se fue y sin embargo para Gloria no había nada más importante en su mundo que el recuerdo de un Arturo que no regresaba pero que nunca olvidaba; y aunque nunca recibió noticia alguna del estado de la guerra y la fecha de regreso de las tropas, pasaba la mayor parte de su tiempo en casa, haciendo y deshaciendo las camas más por entretenimiento que por necesidad y con la costumbre de no dejar entrar a un hombre más allá de dos metros de la puerta antes de rechazarlo y recordale su promesa inquebrantable. Salía a la calle con el único objetivo de escudriñar en su memoria cada una de las cosas que había vivido en cada parque y en cada café y décadas de soledad y tristeza se acentuaron en una Gloria que olvidó el mundo exterior casi sin querer y que no permitió que nadie entrara jamás en su vida.
– La llave se la llevó Arturo a la guerra – se decía a sí misma –. Sólo él puede abrir la cárcel en la que estoy encerrada.
Por parte de los sobrevivientes que a la ciudad regresaron, no pudo jamás obtener noticia alguna de un Arturo desconocido, de un soldado ignorado y borrado de la memoria de los que llegaban, arrasado por la guerra inclemente y dura. Alguien le dijo que había muerto, otro dijo que él jamás se embarcó a luchar. Encontró rumores de que su avión se había estrellado en una isla desierta sin posibilidad alguna de rescate, y un viejo soldado – que afirmaba tener problemas de razonamiento – aseguraba que vagaba por las calles de la ciudad buscando a una solitaria mujer que para ese entonces debería tener el cabello blanco y los ojos marchitos.
Entonces, como si fuera una revelación divina, Gloria se hizo a la idea de que Arturo había regresado y de que la buscaba. Sin sinquiera pensarlo decidió recorrer las calles por el resto de su vida, y su esencia se perdió aún más en aquella habitación sólida, oscura y sin salida que había forjado por antojo para cumplir con su destino. Dejó atrás su casa y sus pertenencias pues creía que al dejar la calle perdería la oportunidad de acabar con su espera. Pronto enloqueció y con frecuencia hablaba sola o hacía preguntas extrañas a personas desconocidas y dormía noche tras noche en los andenes, pidiendo limosna y esperando a su amor.
De los restos de la guerra se buscaron las armas y municiones abandonadas pero valiosas. Tal vez fue por eso que el continuo y vago caminar de Arturo en medio de una selvática isla sin salida, en la que se vio sumido al colisionar con su avión en llamas y en la cual se sintió preso por la naturaleza misma fue interrumpido por negros helicópteros que salían en busca de las reliquias luego de media década de olvido. Al regresar a su ciudad fue recibido en el puerto y condecorado con honores, pero su mente escudriñaba en el recuerdo de la mujer que una vez abandonó. A sus oídos llegaron historias similares a los que de él llegaron a Gloria, decían algunos que no había soportado la soledad y que se había abrigado en brazos extraños, otros afirmaban que nuca salió de su casa o que vagaba en medio de la muchedumbre buscando un amor perdido; entonces Arturo salió a la calle son su mirada puesta en el sueño que lo mantuvo vivo durante la guerra y luego de darle una moneda a una anciana loca y solitaria, decidió partir en busca del destino que desde años tenía la intensión de encontrar.

domingo, 13 de febrero de 2011

Para Elisa. Jorge Durán.

Para Elisa
Jorge Durán


Recibimos un texto de Jorge Durán. Esperamos que nuestras opiniones sean valiosas, tome lo que le sirva y deseche lo demás.

Todos los días viajo en el subterráneo de la línea C (Constitución – Retiro) en la ciudad de Buenos Aires.
En algunas oportunidades encuentro a personas que ya las he visto anteriormente.
A este hombre que ahora no dejo de mirar creo haberlo visto con anterioridad. Pero no en el subte, de esto estoy segura.
Cabello blanco no muy abundante arriba, pero si largo atrás y se toma la colita con un elástico dorado. Alto, delgado, las manos muy blancas, pulcras, los dedos largos. Lleva un anillo con una piedra negra. Su rostro realmente habla. No es una persona común que pase desapercibida.
Sobretodo gris, camisa blanca y corbata negra.
No, este hombre no es una persona cualquiera…
En uno de los bolsillos del sobretodo lleva algo así como hojas pentagramadas mezcladas con piezas de música.
Hoy hubo mucho trabajo en la oficina. Estuve muy ocupada y me olvidé totalmente del hombre del subterráneo.
Ahora que estoy en mi departamento, tranquila, serena, me vuelvo a acordar del hombre, tanto que no puedo leer el libro que empecé hace unos días.
Hace ya un par de semanas que no lo he vuelto a ver.
No se porqué causa quedé tan preocupada por esa persona…
Pasaron varias semanas y esta tarde lo he visto desde el taxi que me lleva.
Hago detener el coche y bajo raudamente.
Por más que busco y busco por las calles alrededor de donde lo vi no puedo encontrarlo. Es por San Telmo.
Entro a un café y me recrimino a mi misma esta circunstancia tan absurda que me ocurre. Me prometo sacarme esta idea de la cabeza.
-¡Que me importa quien es!
-¿Me importa acaso?
-¡No, no, para nada!..
Esta última semana también he tenido mucho trabajo.
Después de ocho días de no haberme acordado del hombre hoy mientras que caminaba por San Telmo creí escuchar su voz. Si, creo haber escuchado su voz.
-¿Pero acaso lo he sentido hablar anteriormente?
-¿Acaso conozco su voz?
Volví a la casa donde creí escuchar la voz.
Casita pequeña. Una puerta muy alta con vidrios biselados y dos ventanas a los costados con cortinas blancas pesadas.
Alguien tocaba el piano. Mejor dicho alguien ejecutaba torpemente “Para Elisa”.
Estoy segura que alguien habló. Pero si seguía parada ahí tendría problemas. Opté por retirarme.
Cuando llegué a la casa de mi amiga pensé en contarle el caso pero se me fue de la mente. Me sentí contenta por eso, tomamos el té y hablamos cosas banales.
Han pasado algunos días y no me he acordado del hombre hasta hoy.
Caminaba por Recoleta y vi de atrás un hombre de sobretodo gris con papeles en el bolsillo. Lo seguí hasta pasarlo y al darme vuelta para cerciorarme de su aspecto noté que no era El.
-¡Así no puedo seguir! -me dije. -¡Así no puedo seguir!..
Días después caminaba por la vereda aquella de San Telmo y al pasar por la casita pequeña escuché la voz. Alguien tocaba “Para Elisa” torpemente.
Si, escuché perfectamente cuando dijo: -Mi bemol, mi bemol, corrigiendo al alumno torpe.
Corrí a la casa de mi amiga y le conté todo de un tirón.
Fuimos hasta la casa donde escuché la voz y le preguntamos a la señora que nos atendió acerca del profesor de música.
-Si, -nos dijo. Mi hijo que hoy tiene treinta años y es pianista fue su alumno, pero el profesor ya murió hace muchos años. -Se llamaba Germán.
Trajo entonces una foto del hombre. Ahí estaba: De pie al lado del piano vertical. La camisa blanca, la corbata negra, el sobretodo gris con las partituras en uno de los bolsillos. Una mano sobre el hombro del niño mostraba el anillo con la piedra negra.
Claro, su rostro era más joven…

Recopilador. A.J. Megoz

Recopilador
A.J. Megoz


Un día, un viejo hechicero tuvo una visión. Realizaría la mejor antología de conjuros que nadie, jamás, habría sido capaz de crear. Entonces recorrió aldeas enteras, conoció a un sinnúmero de seres. Todo ello con el fin de forjar una obra perfecta, sin igual.

En uno de sus peregrinajes halló una tienda colosal oculta en un lejano bosque encantado. Una vez dentro, su ánimo menguó al ver los estantes plagados de obras mejores y más grandes que la suya: versiones para brujos expertos, espacios para grandes clásicos y un lugar que ostentaba la incalculable cantidad de adaptaciones “light”, para aquellos novatos que tan sólo querían las más sencillas pociones.

Aunque desilusionado, el hechicero no se dio por vencido. Trabajaba año tras año frente a la tienda, buscaba una mejora en su oficio. De brujos expertos tomaba las mejores hazañas, las más brillantes ideas. En interminables noches de ardua labor, colocaba una enorme caldera al fuego e introducía en ella lo mejor de los ingredientes seleccionados; pero ensimismado en su trabajo, olvidó con el tiempo regresar a la tienda y luego de obtener lo necesario dejó a un lado el mundo exterior.

Años más tarde, cuando su mirada hacía rato que se había nublado, regresó orgulloso con su obra al lugar. Ahora los estantes habían sido reemplazados, los conjuros antiguos que creía perfectos estaban agrupados en un oscuro y lejano rincón. Los hechizos que tanto había perfeccionado parecían obra de elfos ignorantes frente a la infinita e inigualable colección que ahora tenía frente a sí.

domingo, 6 de febrero de 2011

"Una sílaba" de Tell

Una sílaba

Diré:
NO
cuando caiga la noche
habrá Sol en mis entrañas
crecerá una flor dentro de mí
y la pintaré con el color de la muerte
callaré todos los cuerpos que habitan con el mío
será una ceremonia tibia, sellada por el dolor de mi culpa.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Deliciosamente extraña. Navegante.

Nuestro amigo Navegante de nuevo nos envió un par de textos para su análisis. Esperamos que sean de utlidad nuestros comentarios.

Deliciosamente extraña

Damián consultó el reloj: ya era muy tarde. Magda sólo había ido a cortar algunos tomates para la cena. En eso escuchó el grito de su mujer. Antes de salir de la casa, se aseguró de que la niña estuviera dormida. Encontró a Magda en el huerto, llorando. Dijo que le había picado una araña. La llevó en brazos a la casa. La acostó sobre la cama y le untó saliva en la herida. Magda arqueó la espalda y estremeció los pechos de una manera deliciosamente extraña. Espérame, dijo Damián, creo que tenemos una pomada para este tipo de heridas. Cuando estaba en la cocina buscando en los cajones, escuchó que alguien abrió y cerró la puerta principal. Sintió que el corazón se le transformaba en un trozo de hielo cuando escuchó la voz de Magda que decía: ya llegué, cariño, me tardé mucho porque en la huerta no había tomates y tuve que ir hasta con los Aréchiga. Damián corrió a la habitación. Nunca el pasillo le había parecido tan largo. No había nadie en la cama. La niña no estaba en la cuna. Por la ventana entró un aire frío que hizo ondear las cortinas.

Próxima coronación. Navegante.

Nuestro amigo Navegante nos envía un par de textos para su análisis. Esperamos que sean de utilidad nuestros comentarios.

Próxima coronación

Cada mes, el rey ordena que me deshaga de las damas de la corte y recabe una cuadrilla nueva. Treinta días es el tiempo estimado que mi monarca precisa para desflorarlas a todas.
Luego de recibir el decreto del rey, la reina me manda llamar en secreto. Como está enterada de todo, me regala veinte monedas para que elija a las mujeres menos agraciadas. Le tiene sin cuidado que su esposo cohabite con esas putillas, como ella las designa, sino que se vaya a enamorar y después quiera divorciarse. De la cámara de la reina paso a la habitación del secretario de Estado. Él me ofrece otras veinte monedas para que evite mujeres cuyos padres tengan fama de ambiciosos. No vayan a codiciar, dice, títulos que no les corresponde.
Con las monedas de la reina, compro los perfumes más exquisitos de Francia. Con las monedas del secretario, mando traer los mejores vestidos de Italia. He hecho de mi hija la mujer más hermosa de la ciudad. Hoy mismo invitaré a cenar al rey.